Este tema me causa una sensibilidad … porque cuando una es madre, nuestra percepción de los problemas de los niños es más perspicaz y sentimos mucho más de cerca lo que le afecte a otros niños, sobre todo si tienen la misma edad que los nuestros. Quise darles a conocer a otras mujeres que tienen hijos, sobrinos o nietos para que vean de qué forma evitamos que esto continúe sucediendo. Por ser un tema de mucha importancia y seriedad le dije a mi destacado amigo periodista Juan Carlos Paz, que me hiciera un artículo en el que se resumieran esas señales. Se los comparto a continuación.
INSPIRAR CONFIANZA CONSTRUYE ESTIMA EN TU HIJ@ Y FRENA LA REPRESIÓN DEL ABUSADOR
Por Juan Carlos Paz
Cuando las noticias son cada vez más frecuentes y más escalofriantes en relación a la depravación sexual, las madres y padres se envuelven en temor y bajo la interrogante de ¿Cómo identificar si mi hij@ sufre abuso?; si la respuesta fuera una sola, sería fácil, pero los expertos concluyen que las posibilidades de detectar estas señales son tan diversas como las personalidades de él o la abusada y de él o la abusadora.
Al llegar al consultorio de la sicóloga Patricia Alvarado, quien trabaja en el Ministerio Público; y por más de una docena de años ha desarrollado su carrera en la atención y respuesta ante el abuso contra menores; define que observar la conducta es una de las primeras claves.
Entre los significados sencillos de la conducta, se explica como la manera en que una persona se comporta ante una situación determinada o en general; de ahí la sugerencia de la especialista, de estar pendiente a cualquier alteración que su hijo o hija presente en el desarrollo de su comportamiento o lo que solía ser habitual.
Los signos son directamente proporcionales a la edad, la sicóloga Alvarado contó con asombro un caso que nunca olvidará, cuando una madre llegó a su consultorio con su pequeño de tres años, que curiosamente en los últimos días solía subirse en la mamá y hacer movimientos que denotaban fricción sexual; tras una investigación, se llegó a la empleada doméstica, quien abusaba del menor.
Otros casos son puestos en evidencia cuando menores presentan terrores nocturnos, miedos inexplicables, ansiedad, se comen las uñas, hacen rabietas o comportamientos agresivos, sobre todo frente al agresor, que habitualmente está en casa y los ha amenazado.
Cambios físicos también demandan de atención, por lo que hay que buscar asistencia médica y sicológica, tales como: hemorragias, problemas para contener la orina durante el sueño, hematomas (moretes), desgarres vaginales o anales, laceraciones, especialmente en genitales.
DESENMASCARAR AL CULPABLE
Los abusos dañan directamente la auto estima, porque la víctima cree en los engaños del agresor o agresora, tras frases como: “nadie te va a creer; si contás, yo diré que vos son la o el pícaro, que andás con ideas depravadas, te van a ver como inadaptado o inadaptada, te van a rechazar… etc.”. Es ahí donde la inspiración de confianza de parte de los padres juega el papel más importante, aseguran los expertos, al hacer sentir a sus hijos e hijas con la capacidad de contarles todo, que ellos y ellas sientan que nunca habrá un rechazo, sino una actitud de empatía; ayudan mucho frases como: yo soy tu padre o madre, siempre voy a querer lo mejor para vos, siempre voy a estar de tu lado.
Sorprende a la sicóloga Patricia, que “los niños y niñas jamás mienten cuando de abusos se trata”, pero que ella ha encontrado sin número de casos en los que los padres y madres tachan la mentalidad de sus hijos e hijas, o se alarman y los callan, porque según ellos, están mencionando contenidos pasados de tono.
En otros casos, cuando están vinculados padrastros o madrastras, en lugar de investigar, se aferran a la idea que puede ser una artimaña del menor para separar el matrimonio.
Para contener la situación, se recomienda invertir tiempo de calidad, que incluye conversaciones y juegos, con el fin de realmente conocer el comportamiento familiar.
La maestra o maestro, también se pueden constituir en un gran aleado, porque se percatan de cambios en la conducta, en el nivel de atención, distracción, somnolencia e incluso pueden convertirse en el confidente que logra más información que el propio padre o madre.
EDUCAR: HABLAR CLARO
Por sencillo que parezca, la tradición de no llamar las cosas por su nombre, conduce a los menores a no saber expresar lo que realmente viven, desde que se tiene un año de vida se necesita la orientación sexual oportuna, que pasa por llamar pene y vulva a los aparatos reproductores.
Cada edad conlleva información precisa, en los primeros años, se debe fomentar el respeto por la individualidad, que los niños y niñas sepan que nadie les puede tocar sus genitales, ni besarles en la boca, incluso, los padres deben estar presentes en las revisiones médicas, donde también han ocurrido abusos.
Desde el tercer y cuarto año, la educación formal incluye orientación sexual, que debe ser completada en el seno de la familia, para adaptar la educación reproductiva a la escala de valores familiares, porque ya cerca de iniciar el desarrollo, los adolescentes deben conocer que su cuerpo iniciará un camino para estar en capacidad de generar vida, pero que no quiere decir que con la menstruación o la producción de semen ya se ha alcanzado el desarrollo pleno para albergar una vida, porque eso viene al pasar de los años.
ESTADÍSTICAS ALARMANTES
Según Casa Alianza, actualmente se registran en promedio, nueve casos de violencia sexual por semana, comparados con los tres casos que se atendían semanalmente hace dos años, según los datos de la Organización no Gubernamental Centro de Atención a Víctimas de Abuso Sexual (CAVAS). En el caso de los abusos de parte de los padres biológicos y padrastros en contra de los menores tiene que ver con una relación de poder.
La Dirección de Medicina Forense del Ministerio Público realizó en 2014 un total de 13,198 evaluaciones médico legales a nivel nacional, según las estadísticas del Observatorio de la Violencia de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras. De esas evaluaciones los casos por lesiones representan el 56.7% (7,477) y las víctimas de delito sexual representan el 18% (2,370).
Las cifras indican que 380 niñas y niños fueron evaluados por maltrato. Por esa causa, las niñas son las más afectadas con el 67.1% de los casos y los niños con 32.9%.
En 2014 se hicieron 2,370 evaluaciones a víctimas de delitos sexuales. En relación de edad, el 86% (2,038 casos) oscilan entre 0 a 19 años y la mayor ocurrencia es en niñas y niños de 10 y 14 años con 36% (852).
Ya para 1999, según las estimaciones disponibles, cada año más de 6 millones de niños/as sufren abuso severo en los países de la región (LA y el caribe) y más de 80,000 mueren a causa de la violencia doméstica. (Violence in Latin America and the Caribbean. A Framework for Action. Technical Study Sustainable Development Department InterAmerican Development Bank. 1999).